En enero de 2016, por invitación del destacado filósofo sanjacintero Numas Armando Gil Olivera, Marcela y yo asistimos a la “Fiesta del Pensamiento” que se celebra en San Jacinto (Bolívar) anualmente, la cual es un espacio festivo de diálogo alrededor de la cultura del pueblo. Charlas de filósofos, feministas, periodistas, presentaciones musicales, noche de poesía y un completo homenaje a Adolfo Pacheco Anillo, compositor de la canción “La Hamaca Grande”, estaban en nuestra agenda cultural para ese fin de semana.
Salimos de Barranquilla cuando aún estaba oscuro. Un majestuoso amanecer rosado y dorado nos sorprendió mientras Marcela conducía hacia nuestro destino; ya con la luz en el horizonte al adentrarnos en el departamento de Bolívar, pudimos apreciar la belleza del paisaje de los Montes de María que anuncia la cercanía a San Jacinto: las ondulaciones del terreno tapizado en múltiples tonalidades de verde sugieren sin pudor la espléndida fertilidad de sus suelos; el arco natural que, sobre la carretera, forman las ramas de frondosos árboles que parecen abrazarse en pareja a ambos lados de la carretera es digno de una postal. Cuesta imaginar que esta sea la misma zona de Colombia que fue escenario de tantas matanzas y tanto dolor durante el conflicto armado; más de 10.000 homicidios, más de 200 masacres y cientos de miles de desplazados son el balance que dejó la guerra en esta fértil región de los Montes de María.
Mónica Márquez
Directora Fundación Latinlán
BELLEZA DE SAN JACINTO
Tal vez fue porque descubrimos que San Jacinto es un tesoro musical: sus 2 grammys latinos (el de los Gaiteros de San Jacinto y el de Rodrigo Rodriguez) son muestras de una hermosa tradición musical propia y con raíces profundas que se pierden entre los aborígenes que habitaban su territorio a la llegada de los españoles.
O porque aprendimos que San Jacinto es una joya de la riqueza cultural mundial cuya tejeduría de más de 500 años de antigüedad cuenta con una Denominación de Origen “Tejeduría de San Jacinto” , lo cual certifica que es una actividad artesanal única en el mundo.
O quizás porque aprendimos que San Jacinto es un pueblo en el corazón del conflicto armado colombiano (Montes de María) con profundas necesidades sociales y económicas pero que no ha perdido ni su alegría, ni su cultura ni su fuerza para reconstruirse de entre las cenizas de la guerra.
San Jacinto es oro puro, culturalmente hablando; es tejeduría, es gaita, es arqueología, es danza, es alegría y es esperanza.
Inspirados en ello, hoy presentamos la primera colección de Latinlán, inspirada e San Jacinto. Queremos cubrir a ese hermoso pueblo de esa energía rosada y amorosa como aquel amanecer y como los cuarzos rosados cosidos a nuestro Clutch Compasión y Amor.
Gracias por ayudarnos a apoyar a San Jacinto en su renacimiento post-conflicto a través de la conservación de su cultura y tradiciones.
ENTRADA A SAN JACINTO
El aviso que indica la riqueza arqueológica de San Jacinto y vaivenes multicolores de hamacas y artesanías que se venden en almacenes a la entrada del pueblo, nos señalan que hemos llegado a San Jacinto. Nos ubicamos en un modesto hotel recomendado por nuestro anfitrión (Todos los hoteles en San Jacinto son modestos, por no decir que precarios) y nos incorporamos a la programación del evento, con esporádicas escapadas a recorrer pueblos vecinos, buscar artesanías y conocer el Museo Comunitario.
Nos conmovió profundamente ver las carencias del pueblo y sus alrededores; la falta de agua potable, el mal estado de las vías, la pobreza y el subdesarrollo que se asomaban en cada esquina, opacando la inmensa riqueza natural y cultural que caracteriza la región. Sin embargo, a pesar de toda esa precariedad, fue inevitable enamorarnos del pueblo, de su gente, de su artesanía, de su música y de su arqueología.